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Valledupar al ritmo del pilón: memoria y tradición

La avenida Simón Bolívar se transformó en un escenario de historia viva la tarde del miércoles 30 de abril. A la 1:00 p.m., como estaba previsto, los grupos de piloneras mayores dieron apertura oficial al tradicional desfile que honra la danza del pilón, una de las expresiones más auténticas del Festival de la Leyenda Vallenata.

El punto de partida fue el colegio Alfonso López, donde desde horas antes se concentraron las agrupaciones que darían vida a esta coreografía colectiva. El ambiente, cálido y luminoso, era animado por los ensayos de última hora, los ajustes a los trajes y el murmullo alegre del público que empezaba a tomar lugar a lo largo de la vía.

Las mujeres lucían polleras de algodón estampadas en flores, algunas con hasta tres arandelas que se movían al ritmo del tambor. El corpiño, ceñido a la cintura, acentúa la elegancia de cada giro. Los hombres, con sus trajes de liquilique impecables, sombreros de cañita amarilla y pilones de madera en mano, evocaban la imagen de los antiguos molineros que dieron origen al baile.

A medida que avanzaban sobre la avenida, rumbo a la glorieta de la Pilonera Mayor, las comparsas ejecutaban con precisión y orgullo los pasos del pilón: un ir y venir pausado, casi ceremonial, que recordaba el trabajo de molienda del pasado, convertido ahora en un acto festivo. Las agrupaciones no sólo mostraron talento, sino también un profundo sentido de pertenencia cultural.

“Empecé desde los 19 años y ahora tengo 65. Han pasado muchas cosas, pero el amor por esta tradición sigue intacto”, cuenta Rosa Gonzáles, una pilonera veterana de la comparsa cañaguate. Con una sonrisa serena y el rostro enmarcado por el maquillaje típico del desfile, asegura que lo más importante es disfrutar cada paso: “Si te estresas, no la pasas bien. Esta es una fiesta para gozarla, no para sufrirla”, dice mientras acomoda con orgullo los pliegues de su pollera floreada.

En medio de los compases, se escuchaba una voz tradicional, repetida por generaciones:  

 ‘¿A quién se le canta aquí, a quien se le dan las gracias, a los que vienen de afuera o a los dueños de la casa?’ 

Esa copla, que se entona en distintos puntos del desfile, resume el espíritu hospitalario y festivo del pilón: una danza que honra tanto a los anfitriones como a los visitantes, celebrando el encuentro y la alegría.

Para muchos, como Héctor Ruiz, habitante de Valledupar y fiel asistente al evento, el desfile de piloneras tiene un significado profundo: “Para mí es importante el desfile de piloneras porque es la muestra de nuestra cultura, de nuestro folclore y la alegría y emoción que caracteriza a Valledupar”, comentó mientras observaba con orgullo el paso de una comparsa.

El recorrido fue seguido de cerca por cientos de personas que, a pesar del sol, no quisieron perderse el desfile. Había emoción en los rostros, cámaras alzadas en busca del mejor encuadre, y aplausos que marcaban el paso de cada agrupación. Más que espectadores, eran testigos de una ceremonia que une generaciones y reafirma la identidad de todo un pueblo.

El desfile no solo resalta la tradición, sino también la estética viva del folclor. “Mi parte favorita del desfile es ver cómo se llenan de colores las calles de Valledupar por los hermosos vestidos de piloneras”, expresó María Isabel Egurrola, una joven espectadora que no se pierde ninguna edición del festival.

No solo el público vive al máximo el desfile, también quienes lo bailan lo sienten profundamente. “Bailo el pilón hace dos años y lo que más me gusta del recorrido es la gente, los gritos, las sonrisas, que nos pidan fotos, todo nos llena mucho”, contó emocionada Laura Mendoza, integrante de una de las comparsas mayores.

Al llegar a la glorieta, los grupos se despidieron entre cantos, pitos y redoblantes. El sudor en los rostros no opacaba la satisfacción del deber cumplido. En cada paso bailado, Valledupar reafirmó su compromiso con una tradición que no se marchita con los años, sino que florece cada abril —o cada vez que el tambor llama y la gente responde con memoria.

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