El 20 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Memoria Trans, con el fin de no olvidar a las víctimas mortales de la transfobia. Las personas transgénero han sido afectadas a lo largo de la historia, sufriendo desprecios desde su entorno familiar hasta el social, teniendo el estigma, la opresión y la violencia como resultado de tener su identidad.
En Nueva York, el 28 de junio de 1969, la activista transgénero Marsha P. Johnson, una de las fundadoras de STAR (Revolucionarias Activistas Travestidas Callejeras), un refugio para las personas gay y drag queens que se encontraban en situación de calle, participó activamente en el levantamiento de Stonewall enfrentándose a las autoridades. Este evento fue crucial en la historia de la población trans, siendo una protesta masiva debido al proceso discriminatorio que realizaba la policía en los bares que frecuentaban miembros de la comunidad LGBTIQ+.
Jhonson, también hizo presencia en el Desfile del Orgullo en 1973, donde no se le permitió hablar siendo abucheada públicamente, dejando en evidencia el rechazo, la estigmatización y la violencia en contra de esta población. Cabe destacar que para la iglesia ser transgénero es considerado un hecho pecaminoso; sin embargo, a través del tiempo han creado comunidad, unión y fuerza que los ha llevado a salir adelante con sus ideales, exigiendo respeto por su identidad y siendo muestra de resiliencia.
Se han presentado avances gracias a la globalización y tecnología que les han dado visibilidad, como el caso de Wendy Guevara, ganadora del programa ´La Casa de los Famosos´, mostrando sus historias y sensibilizando al público, haciendo cambiar el pensamiento y por ende leyes, políticas y decisiones estatales, teniendo pasos importantes como la cedulación (que en 2015 llega a Colombia para darle paso al decreto 1227), relacionado al trámite para corregir el componente de “sexo” en el Registro del Estado Civil, fomentando de esta manera la igualdad.
Se destaca de igual manera que en este proceso se pudo omitir la llamada patologización, un conjunto de estudios invasivos para obtener un certificado médico de intervención quirúrgica y un dictamen psiquiátrico de disforia de sexo o trastorno de identidad de género, en ese momento, la única manera de conseguir modificar su documento de identidad. Esto causaba que muchos no accedieran al proceso; lo que evidenció, discriminación y transfobia disfrazada de salud mental con doble moral evidente, siendo apoyado por personas que dicen comprometerse con el respeto a la diversidad e igualdad, dando a entender por el contrario que el no sentirse identificado con su sexo era algo anormal.
Ya que el documento de identidad ejerce un papel importante en el día a día de una persona y al no sentirse cómodo usándolo, llegan problemas para el acceso a distintas virtudes como ciudadanos, así como el derecho a la salud.
Según la encuesta realizada por el Ministerio del Interior en 2018, el 57 % de las personas trans y no binarias tomaron la decisión de no usar los servicios de salud por el miedo a que su identidad afecte de alguna manera la atención, el 83 % afirma que el personal de salud no está entrenado ni capacitado para atender sus necesidades médicas; por otro lado, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el promedio de vida de las personas transgénero en Latinoamérica es de 35 años, debido a las transformaciones corporales llevadas a cabo al margen del sistema de salud oficial.
A pesar de que la cedulación ha sido un paso para derrocar de alguna manera la violencia estructural contra las personas transgénero, es evidente la violencia tanto directa como cultural.
Esta población es una de las más vulnerables en el mundo y Colombia no es la excepción, según cifras del Observatorio de Personas Trans Asesinadas TvT, en el país tan sólo entre 2021 y 2022 sumaron 50 víctimas, ocupando Colombia el segundo lugar de cifras más altas en Latinoamérica después de Brasil.
Esto es reforzado en noviembre de ese mismo año por el Defensor del Pueblo, Carlos Camargo, quien afirmó que en compañía de la Corporación Caribe Afirmativo y la Fundación GAAT, se estableció que 55 mujeres transgénero perdieron la vida entre 2021 y 2022, siendo víctimas de hechos llevados a cabo con sevicia y características violentas de prejuicio; también afirmó que “entre el año 2021 y lo transcurrido del 2022, a través de las Duplas de Género adscritas a la Delegada para los Derechos de las Mujeres y Asuntos de Género, hemos acompañado y activado las rutas institucionales para el restablecimiento de derechos en 226 casos de violencia por prejuicio, de los cuales 206 fueron contra mujeres transgénero y 20 hacia hombres transgénero”.
Por otro lado, se pudo concluir que 14 de estos homicidios fueron en vía pública, 3 en el factor laboral, 3 en sus residencias y 12 en el contexto de prostitución, el cual ejercían las víctimas; se destacan los departamentos de Valle del Cauca, Antioquia, Cundinamarca, Magdalena, Quindío y Cesar. Los hechos de violencia destacados por la población fueron, violencia psicológica con 122 registros, violencia física con 74, violencia sexual con 21 y violencia económica con 25 registros.
Un caso relevante durante el año 2023 fue el de Susan Fernández, quien perdió la vida el 8 de agosto en el barrio Belén Rosales de Medellín, cuando entró a una casa de compañía con un cliente recurrente, quien le propinó varias puñaladas en el cuello para no pagar los servicios de Susan.
La población transgénero sufre violencia cultural que se manifiesta en discriminación y estigmatización, sus derechos son violentados, por ejemplo, en el ámbito laboral tienen dificultades para ser contratados, viéndose en la situación de ejercer el trabajo sexual, lo que aumenta el riesgo de infecciones y enfermedades serias de transmisión sexual.
Los estereotipos que se ven diariamente en la sociedad perpetúan prejuicios negativos respecto a las personas transgénero, dejando como consecuencia problemas de marginación y exclusión social. Las normas de género restrictivas se manifiestan en la cotidianidad. Por ejemplo, surge la pregunta, ¿a qué baño debe entrar una persona transgénero? A pesar de identificarse con un símbolo, la sociedad aún evidencia rechazo hacia su presencia.
Tal como pasó en México, donde la senadora panista Lilly Téllez, opinó respecto a la situación que tuvo que vivir una mujer transgénero, quien fue expulsada agresivamente con policías de un baño público en la Cineteca Nacional fomentando discriminación y actuando desde el odio, como respuesta, esta senadora alabó la “valentía” de las autoridades argumentando que en el baño de mujeres solo entraban las mujeres cisgénero, demostrando una evidente transfobia.
Todo esto en conjunto tiene como consecuencia el aumento del riesgo de suicidio en esta población, según el informe Estrés, Salud y Bienestar de las personas LGBT en Colombia en el 2020, las personas transgénero tuvieron una de las tasas más altas de intentos de suicidio y una de cada tres informó un intento al menos una vez.
La desigualdad evidente hace ver la interseccionalidad (estudio que reconoce las desigualdades sistemáticas que se basan en factores como etnia, género o clase social) que sufre esta población: “ser una persona transgénero en Colombia, es ser una persona discriminada, vulnerada en sus derechos, estigmatizada, que no puede tener una calidad de vida como cualquier otro ser humano porque se nos violan los derechos, pero es ser alguien valiente, arriesgada, con muchas ganas de vivir, que sabe que le tocó una vida muy difícil, pero que desea seguir adelante”, asegura Lady Albarracín, líderesa trans colombiana.
El panorama no ayuda mucho a la sociedad de paz que queremos construir, debemos concientizarnos y formar futuras generaciones con una idea diferente, es momento de transformar nuestro pensamiento desde el amor, generando empatía, haciendo que hechos o situaciones como las nombradas no vuelvan a ocurrir, para que desaparezca la discriminación, estigmatización y desigualdad de las personas transgénero, que no le hacen daño a nadie al tomar decisiones sobre su propio cuerpo e identidad.
Las personas transgénero son iguales al cisgénero, tienen sueños, metas, ganas de salir adelante y mucho amor para dar, pero que aún se ven acorraladas y amenazas, porque como me lo recalcó Lady, “ser trans es sinónimo de constante lucha”, pagando día a día el alto precio de ser “diferente” en una sociedad de doble moral.