La población de California, Santander, depende de la minería artesanal, una actividad basada en técnicas ancestrales y que mantiene viva la tradición y la economía local.
En este municipio al norte del departamento, la minería artesanal tiene raíces profundas que se remontan a varias generaciones. Desde los más longevos hasta los más pequeños, han conocido el arte de buscar oro en un río. El oficio de extracción de este metal precioso ha sido transmitido a través de su práctica directa, donde cada río y cada mina tiene su historia.
Según cifras del Ministerio de Minas y Energía, más de 500 familias en la región dependen directamente de la minería artesanal como su principal fuente de ingresos; pero otra es la realidad contada por los habitantes de la región, quienes afirman que esa cifra no alcanza a ser una tercera parte, de quienes viven del oro en este municipio.
Fabián Vega, minero artesanal con más de diez años de experiencia afirma que “El oro no es solo algo económico; es nuestra herencia y nuestro refugio. Desde niño aprendí a reconocer las pelusas y a trabajar en el río junto a mi abuelo y tío”.
Esta tradición se mantiene vigente a pesar de los retos que enfrenta la comunidad minera día a día y a su vez los riesgos que esta trae.
La minería artesanal o también llamada “minería ilegal”, combina métodos tradicionales con herramientas artesanales. Los mineros utilizan actualmente bateas y palas para separar el oro de la arena y los sedimentos, evitando el uso de químicos.
Javier peña, otro de los mineros de la región y quien trabaja con su familia desde hace más de dos décadas asegura: “Todo es manual y respetamos los cauces de agua para no dañar el medio ambiente, pero el Estado esto no lo ve y asegura que contaminamos en un 70% el agua”.

El itinerario del minero artesanal
Un día normal, inicia con la ida a las minas o ríos, al rededor de las ocho de la mañana. Allí, se preparan las herramientas para la extracción del oro. Las jornadas pueden durar entre ocho y diez horas. El trabajo requiere paciencia y resistencia física.
Los bultos de arena que se extraen de los caudales de los ríos, probablemente lleven tan solo, unos gramos de oro. Si se cuenta con la destreza y en ocasiones con suerte, estos son fundidos haciendo uso del fuego, para luego convertirlos en pequeñas barras, pelusas o lingotes. El último paso es su comercialización en mercados locales o a través de intermediarios, quienes lo compran directamente en el municipio.
Impacto económico de la minería artesanal
La minería artesanal genera ingresos significativos para cientos de familias, pero también representa desafíos. La falta de formalización y el ser “legales” en tierras que son de su propiedad, implica riesgos legales y limita el acceso al financiamiento de su unidad productiva o, incluso, acceder a seguros que protejan su oficio.
Hacia el año 2022, el Observatorio Nacional de Minería Artesanal indicó que, la formalización de esta práctica, podría mejorar la seguridad laboral y el impacto ambiental. Además reconoció el valor cultural de la actividad. Pese a esto, los habitante de California, no lo ven favorable a sus intereses, dado que, de llegarse a dar esta formalización, el 77% del total recolectado por un minero, automáticamente pasaría a ser propiedad del Estado colombiano.
Lo cierto es que, la venta del oro contribuye directamente al sustento familiar y permite cubrir necesidades básicas como alimentación, educación y vivienda en el municipio de California. Sin embargo, la llegada de empresas multinacionales y la fluctuación del precio del oro hacen que los ingresos sean variables y, en ocasiones, insuficientes para las personas que se dedican a la extracción de este metal.
El oro como identidad cultural
El oro de California no es solo una simple riqueza material, sino que también es identidad cultural. A más de 120 metros bajo tierra, los mineros cuentan historias que detallan las peripecias del trabajo en los socavones. No son cohibidos con transmitir sus conocimientos en la identificación y extracción del oro. Es precisamente esa transmisión de conocimientos lo que fortalece, según ellos, los lazos familiares y comunitarios y, convierte la minería en un símbolo de resistencia.
Ejemplo de ello es que hoy en día, California, despierta el interés de turistas y fotógrafos profesionales, quienes documentan la vida cotidiana de los mineros y la geografía del municipio santandereano.
La minería artesanal enfrenta un reto grande, pero aun así, se proyecta hacia un futuro donde la tradición y la formalización pueden coexistir; asegurando el sustento económico y la preservación cultural de sus familias. Así lo cree y afirma David García, un joven minero de 25 años: “El oro nos conecta con nuestro pasado y nos da el sustento para seguir adelante”.