Las recetas de los platos típicos de Bucaramanga se han preservado a través de generaciones, convirtiéndose en un símbolo de identidad cultural santandereana.
«Mi suegra me instruyó sobre cómo preparar el mute para poder abrir el restaurante, y yo le enseñé a mis hijos a prepararlo. Los llevaba a comprar los ingredientes y luego los ponía a cocinar. Posteriormente, llegó mi primera nieta y desde pequeña le enseñé», afirmó Rosalba Ramírez, propietaria de un restaurante de mute santandereano en Bucaramanga, quien lleva 40 años compartiendo su receta.
A través de la enseñanza y la práctica en el hogar, los secretos culinarios se han transmitido de generación en generación, preservando los ingredientes y técnicas de cada familia.
Así como Lucía Martínez, charaleña, comentó que, desde niña, su madre le enseñó a preparar las arepas de maíz pelao, “amasando y cocinándolas en el fogón de leña. Yo seguí esa tradición y se la enseñé a mis hijos».
Asimismo, Rosa Peña, más conocida como ´Rosita´, de 75 años campesina del municipio de Zapatoca, afirmó
«El guisado de cabro es todo un ritual que aprendí de mi madre, quien lo aprendió de mi abuela. Les compartí la receta a mis nietos para preservar esta tradición».
Así como las anteriores historias, también, Pedro Gutiérrez, de 46 años ciudadano del municipio San Gil, opinó sobre la recolección y preparación de las hormigas culonas: “Aprendí de mi abuelo, cuando era niño a recolectar y preparar estas hormigas, con aceite y sal, ya que, son todo un manjar».
Este legado culinario representa la riqueza de la gastronomía local, y la importancia de mantener vivas las tradiciones y el patrimonio cultural de Santander.